Un equipo internacional de investigadores ha hallado tres variantes genéticas que incrementan el riesgo de volverse obeso y que podrían ser responsables de hasta la mitad de todos los casos de obesidad severa. En la revista Nature Genetics se ha publicado un artículo sobre esta investigación financiada en parte por el Quinto Programa Marco (5PM) de la UE.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de la obesidad se ha triplicado en muchos países europeos desde la década de los años ochenta, y las cifras de afectados no dejan de aumentar, sobre todo entre los niños.
«La obesidad afecta muy negativamente a la calidad de vida de los niños», afirmó el profesor Philippe Froguel del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y del Imperial College de Londres (Reino Unido). «Lamentablemente, con frecuencia los niños obesos son víctimas de un injusto estigma social, aparte de que, a medida que crecen, tienen más probabilidades de sufrir problemas de corazón y pulmón, dolores en las articulaciones, diabetes y cáncer.»
En esta nueva investigación, los científicos efectuaron un estudio de asociación en todo el genoma, lo cual consiste en examinar el genoma completo de cada participante del estudio para tratar de dar con marcadores de variación genética que podrían guardar relación con una característica concreta (en este caso la obesidad). Se compararon dos grupos: por una parte, 1.380 europeos que padecían obesidad infantil temprana (antes de los seis años de edad) y obesidad mórbida adulta; por otra parte, 1.416 individuos de referencia agrupados por edades y cuyo peso era «normal».
Además, se examinaron los fenotipos de 14.186 europeos. En este grupo se encontraron 38 marcadores genéticos que presentaban una relación muy marcada con un índice de masa corporal superior al normal (un indicio de obesidad).
Los resultados señalan que hay tres mutaciones concretas que guardan una relación considerable con el riesgo de desarrollar obesidad severa. Esto supone un formidable paso adelante en la búsqueda de herramientas para la detección efectiva del riesgo de obesidad en niños.
«El primer paso para poder ayudar a estos niños consiste en comprender la base genética de la obesidad», adujo el profesor Froguel. «Una vez hallados los genes responsables, podremos idear maneras de examinar a los niños para averiguar cuáles presentan un mayor riesgo de volverse obesos. Seguidamente, nuestra esperanza es poder intervenir, por ejemplo mediante terapia del comportamiento, para que el niño desarrolle hábitos alimenticios sanos y, así, no acabe teniendo ningún problema de peso».
Se atribuye a una de las variantes genéticas recién descubiertas, que se encuentra cerca del enigmático gen PTER, la tercera parte de los casos de obesidad infantil y la quinta parte del total de casos de obesidad desarrollada en edad adulta. Se calcula que otra de las variantes, que se encuentra en el gen NPC1 (implicado en el control del apetito), es responsable de hasta el 10% de todos los casos de obesidad infantil y de hasta el 14% de los casos de obesidad mórbida adulta.
La tercera variante se halla cerca del gen MAF, que controla, entre otras cosas, la producción de insulina, glucagón y péptidos similares al glucagón (que influyen en la sensación de saciedad). Todos estos compuestos cumplen una función importante en el metabolismo del azúcar y los glúcidos. Se descubrió que esta última variante genética estaba implicada en alrededor del 6% y el 16% de los casos de obesidad infantil temprana y obesidad mórbida adulta, respectivamente.
Fuente: CORDIS (Servicio de Información Comunitario sobre Investigación y Desarrollo)