La conservación mediante frío aumenta la vida útil de los alimentos y detiene o reduce la velocidad de crecimiento de gérmenes; sin embargo, no los mata.

Los métodos caseros más utilizados son:

Refrigeración: los alimentos se mantienen entre 0 y 8 grados, según la zona del refrigerador.

Congelación: se aplican temperaturas inferiores a 0 ºC. La clave de las ventajas de la congelación radica en la conversión del agua del alimento en hielo a medida que la temperatura ambiente empieza a disminuir, un factor que paraliza toda actividad bioquímica interna sin que resulten afectados la calidad del alimento, el sabor y su aspecto inicial. Esta conversión del agua en hielo requiere una buena práctica, ya que de ella dependerá la calidad del producto una vez descongelado. Es necesario que se formen pequeños cristales de hielo, no de gran tamaño, porque deformarían los alimentos o romperían su envoltorio, los dejarían a la intemperie y facilitarían que se secarán o quemarán debido a las bajas temperaturas.

Conservación de alimentos en la nevera (0 – 8 ºC):

Pescado fresco (limpio) y carne picada: 1-2 días

Carne y pescado cocidos: 1-2 días

Leche ya abierta, postres caseros, verdura cocida: 3-4 días

Carne cruda bien conservada: 3 días

Verdura cruda y conservas abiertas (cambiar a otro recipiente): 4-5 días

Huevos: 2-3 semanas

Productos lácteos y otros con fecha de caducidad: la que se indica en el envase

Conservación en el congelador (-18 ºC):

Carnes de vacuno: hasta 12 meses

Hortalizas: hasta 12 meses

Pollos, caza: hasta 10 meses

Cordero: hasta 8 meses

Cerdo: hasta 6 meses

Carne picada: hasta 2 meses

Tartas, pasteles horneados: hasta 6 meses

Despojos, callos: hasta 3 meses

Pescados magros: hasta 6 meses

Pan y bollos: hasta 3 meses

Pescados grasos: hasta 3 meses o más (depende del pescado)

Mariscos: hasta 3 meses

Fuente: www.consumer.es