Un estudio muestra que la obesidad tiene una peligrosa relación con la depresión. El riesgo de padecer depresión es un 55% mayor en los obesos, mientras que el riesgo de obesidad aumenta un 58% entre quienes tienen depresión. Los omega-3 y el aceite de oliva mejoran el funcionamiento de la serotonina, un neurotransmisor implicado en la depresión. La dieta mediterránea no solo protege de enfermedades cardiovasculares sino que además puede reducir el riesgo de depresión entre un 40 y un 50%. «La dieta mediterránea podría tener un papel preponderante en la prevención de la depresión y abre una vía importante a conocimiento, con el objetivo de anticiparse a este grave problema de salud pública», asegura el doctor Miguel Ángel Martínez-González. Las personas deprimidas sufren ansiedad, lo que a menudo causa un trastorno por atracón. Así lo revela un estudio de este investigador, miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), que acaba de publicar un artículo en la revista BMC Medicine bajo el título Dieta, ¿una nueva forma de prevenir la depresión?. La obesidad mantiene una «peligrosa relación» con la depresión, ya que está demostrado que el exceso de peso se asocia a un mayor riesgo de sufrir cuadros depresivos y, a su vez, éstos se relacionan con una mayor probabilidad de desarrollar obesidad. Por ello, la SEEDO destaca el papel clave que juega la nutrición en la prevención primaria de la depresión y aboga por el patrón de la dieta mediterránea como el más recomendable. Así, mientras que el consumo de ácidos trans, la comida rápida y los productos de bollería industrial se asocian a un mayor riesgo de depresión, el de ácidos grasos omega-3 (procedentes de pescado) y el de aceite de oliva de la dieta mediterránea muestra asociaciones inversas. Consumir estos productos influye en la estructura de las membranas de las células nerviosas y mejora el funcionamiento de la serotonina, un neurotransmisor implicado en la depresión, explica este científico. La depresión es consecuencia de la obesidad, muchas veces debido a la presión social. De los 10.000 voluntarios que participaron en la investigación, en aquellos que más se ajustaron al modelo alimentario tradicional del sur de Europa la incidencia de depresión tras cuatro años de seguimiento resultó considerablemente menor que en el resto, lo que redundó en su felicidad. Teniendo en cuenta que el exceso de peso no es un trastorno psiquiátrico, muchos de los episodios depresivos que sufren las personas con obesidad se deben al hecho de que estar obesas les deprime. Esto es, la depresión es consecuencia de la obesidad, muchas veces debido a la presión social y casi siempre más profunda en el caso de las mujeres. Por su parte, las personas deprimidas sufren ansiedad, lo que a menudo causa un trastorno por atracón que se traduce en una necesidad imperiosa de comer hasta que el cuerpo no puede más. Está comprobado que algunas personas pueden ingerir más de 5.000 calorías en un atracón. Cuando ocurre esto las personas lo que buscan es sentirse saciadas, por lo que comen muchos hidratos de carbono, dándose en algunos casos una auténtica adicción a la comida con el fin de calmar la ansiedad, pudiendo derivar en obesidad. En este sentido, el científico recuerda el papel clave que juega la educación en los hábitos alimentarios, ya que «prevenir a tiempo es el mejor tratamiento».
Fuente: www.20minutos.es