Una experiencia estadounidense ha demostrado que limitar las horas que los niños pasan delante de la televisión y del ordenador permitiría reducir significativamente el índice de masa corporal de aquellos pequeños con problemas de obesidad.
El experimento se llevó a cabo durante dos años con 70 familias de Buffalo (en EEUU), que respondieron al llamamiento de un anuncio publicado en los periódicos por un grupo de investigadores de la universidad de esta misma localidad. Tal y como describen los autores en las páginas de la revista ‘Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine’, los niños participantes en el estudio tenían entre cuatro y siete años y se encontraban en el rango más alto de sobrepeso para su edad y sexo. Además, todos ellos pasaban una media de 14 horas semanales viendo la ‘tele’ o jugando en el ordenador.
Para la mitad de ellos, el equipo del doctor Leonard Epstein diseñó una intervención dirigida a limitar las horas que pasaban delante de las pantallas. Instalaron en sus hogares un dispositivo que sólo permitía activar el aparato (bien la tele o la computadora) mediante unos códigos y los niños debían aprender esta sencilla combinación de números para poner en marcha los dispositivos. Pero una vez superadas las horas máximas establecidas a la semana, el sistema ya no les permitía encenderlo más.
El resto de los miembros de la familia tenían su propio código, por lo que los niños se convertían en sus propios ‘controladores’ del tiempo y decidían cuándo quería conectarse o no. Este sistema, apunta un editorial publicado en la misma revista, permite reducir los posibles conflictos familiares y les ahorra a los padres tener que convertirse en el ‘policía de la tele’. «Usar la tecnología elimina la necesidad de vigilancia parental y de medidas disciplinarias en caso de que los niños se excedan con sus comportamientos sedentarios», señala Epstein.
Los especialistas comenzaron por reducir un 10% sus horas semanales frente a la pantalla, y siguieron aumentando las restricciones hasta alcanzar el 50% con respecto al principio. Como incentivo, los niños que lograban ir cumpliendo metas recibían 25 centavos de dólar (16 céntimos de euro) y podían ir rellenando un tablón con pegatinas de colores que representaban sus logros.
Menos kilos, mismo ejercicio
El resto de los niños del ensayo, con los mismos problemas de sobrepeso y sedentarismo que sus compañeros, fueron asignados a un grupo de control, es decir, sin ninguna restricción de horas de televisión o videojuegos. En los dos grupos, y durante dos años, los científicos evaluaron cada seis meses su índice de masa corporal, el consumo de televisión, las horas dedicadas a la actividad física, así como la ingesta de calorías.
Al acabar el trabajo, los niños con el aparato limitador en su casa habían reducido una media de 17,5 horas semanales su consumo de televisión. En el otro grupo de niños, este hábito se redujo también aunque sólo 5,2 horas menos a la semana. También el índice de masa corporal y el consumo de calorías habían descendido en los niños que pasaban menos tiempo frente a la pantalla.
Los investigadores explican que la reducción de peso que experimentaron los niños del estudio no se debió a que hiciesen más ejercicio físico; sino, por el contrario, a que los pequeños que pasaban menos horas frente a la «caja tonta» consumían menos calorías.
«Está demostrado que ver la televisión se relaciona con el consumo de comida rápida y refrescos que aparecen en los anuncios», explican estos especialistas. Por ejemplo, añaden, la aparición de algunos productos «incrustados» en los dibujos animados pueden promover su consumo entre los escolares, «que acaben relacionando el hábito de ver la «tele» con el hecho de comer».
Fuente: El Mundo