Así se desprende de los resultados de un estudio publicado en la revista ‘PLoS ONE’, que destaca como a principios de la década de los 60 casi la mitad de los trabajos del sector privado exigían al menos una actividad física de intensidad moderada, mientras que en la actualidad menos del 20 por ciento de los trabajos requieren este nivel de gasto energético.
A este respecto, los expertos estimaron que, desde 1960-62 hasta 2003-06, «el gasto diario de energía en el entorno laboral había disminuido en 142 calorías en varones».
Así, para un peso de referencia de 76,9 kilos en 1960-62, dicha disminución de gasto calórico supondría un aumento del peso medio hasta los 89,7 kilos.
Estos resultados obtenidos, similares para hombres y mujeres, han coincidido también con el modelo de equilibrio energético de la Encuesta del NHANES, que estima el peso medio en 91,9 kilos para ese periodo.
Según los autores, la disminución de la actividad física en el trabajo ha estado motivada por el progresivo descenso en el porcentaje de individuos empleados en ocupaciones agrícolas y de producción de bienes, frente al incremento de personas empleadas en ocupaciones de servicios.
En este sentido, los investigadores han concluido que «la reducción en el gasto energético representa una parte significativa del aumento en el peso corporal medio de hombres y mujeres estadounidenses».
Asimismo, los responsables del estudio han resaltado que «contar con un mayor conocimiento de la relativa importancia de la actividad física dentro del entorno laboral, en la actual epidemia de obesidad, debería ayudar a formular un programa integral basado en datos científicos que incluya diferentes políticas, estrategias y tácticas para combatir este problema persistente».
Por ello, concluyen, la actividad física «es la única variable modificable que puede contribuir a la energía total gastada, representando un factor clave en las estrategias de prevención del sobrepeso y de la obesidad, así como en el control del peso corporal».
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